El sábado pasado me desperté inusualmente a las 7 de la mañana para luego descubrir que en la pared de mi sala ya no estaba mi televisor.
Así empezó mi día, desaparecieron varios objetos y entre ellos mi laptop en la que estuve trabajando. Estos «choros» se llevaron no sólo objetos sino también mi tiempo: 2 semanas de trabajo. Siga leyendo…